miércoles, 1 de octubre de 2003

UNA VIDA REPLETA DE PARADOJAS

Nada funcionará si no existe algo que sea capaz de arruinar su trabajo cruelmente. Los últimos días han sido muy despiadados conmigo: He aprendido millones de cosas. El guionista de mi destino (que quizás sea yo mismo inconscientemente) en esta ocasión no ha reparado en colocar heridas y dolores nuevos en mí, tal vez con el ánimo de lograr finalmente que aprenda la lección. Ya lo sabía de antes, sin embargo, las circunstancias se han agrupado recordándome lo que nunca debí olvidar. No tendríamos vida si la muerte no estuviera esperando a la vuelta de cualquier esquina, somos libres de soñar por la obligatoriedad de despertar, recordar nos es permitido por el amargor que produce siempre, nunca gozaríamos de acceso al amor si éste no fuera un mero juego en el cual la principal norma es perder siempre, la salud sólo se deja acariciar a veces para que sea más duro sobrevivir entre dolores y tumores cuando ella ya se ha marchado, la felicidad es tan efímera... tan frágil que se trata más bien de una burla al hombre que de un don. Las cosas buenas que pueda tener una vida son relativamente dificiles de lograr, si alguna vez percibiera alguna de ellas a la vista... No sé que haría por alcanzarla.