martes, 14 de octubre de 2003
DISFRAZADOS
Es lo más díficil de hacer cuando llega el momento: Sonreir cuando por dentro te apuñala la desolación y la desilusión, levantarse para seguir corriendo aún sabiéndote herido de muerte, tender la mano al que no dudas que será tu verdugo en la próxima oportunidad que se le presente. A veces a uno le toca disimular, no va a mejorar la situación propia, pero el cariño por los que le rodean a uno te fuerza. Es algo así como una forma de demostrar que las circunstancias no han deteriorado el afecto. No deja de ser todo una mentira, tal vez una mentira necesaria, tal vez sólo una manera de proclamarse autosuficiente o superior a los que no paran de lloriquear cuando algo no va como ellos quieren. Lo puedes interpretar como una manera de no querer preocupar a los demás, pero también puede ser una muestra clara de soberbia, en realidad es un poco de las dos cosas. No es justo el complicar la vida a los que consideras tus amigos con tus problemas condicionando su ánimo, pero tampoco está bien el negarles la posibilidad de salvarte de una situación límite.