martes, 28 de octubre de 2003
LAS POBRES ESTRELLAS
Las estrellas siempre están ahí, no importa si las necesitas o si estorban, no se van, permanecen cerca pase lo que pase. Sin embargo el sol sólo se pasa por allí la mitad del tiempo posible. Es mucho más majestuoso y cuando aparece no se ve nada más, pero las estrellas siguen ahí. Lo he visto esta mañana después de haber estado toda la noche sin poder dormir, toda la noche mirando las estrellas y pensando que nunca me abandonan, que estarán alerta eternamente. Luego, amaneció y un gigantesco sol me imposibilitó para seguir observándolas, para continuar valorando su trabajo. Las personas somos así, tal vez has entregado todos tus esfuerzos a alguien en apuros, pero más tarde llegará el sol y todo lo que has hecho será olvidado porque no tienes el glamour o el carisma de ese que llega que sin ofrecer nada más que imagen, se come tu jornal. No es rabia por haber trabajado gratis, en realidad esa era la idea, pero el sol no merece la gloria que le dedicamos, trabaja la mitad que las estrellas, sin embargo, un determinado angulo de visión nos hace valorarle en exceso, incluso más que a las estrellas.
martes, 14 de octubre de 2003
DISFRAZADOS
Es lo más díficil de hacer cuando llega el momento: Sonreir cuando por dentro te apuñala la desolación y la desilusión, levantarse para seguir corriendo aún sabiéndote herido de muerte, tender la mano al que no dudas que será tu verdugo en la próxima oportunidad que se le presente. A veces a uno le toca disimular, no va a mejorar la situación propia, pero el cariño por los que le rodean a uno te fuerza. Es algo así como una forma de demostrar que las circunstancias no han deteriorado el afecto. No deja de ser todo una mentira, tal vez una mentira necesaria, tal vez sólo una manera de proclamarse autosuficiente o superior a los que no paran de lloriquear cuando algo no va como ellos quieren. Lo puedes interpretar como una manera de no querer preocupar a los demás, pero también puede ser una muestra clara de soberbia, en realidad es un poco de las dos cosas. No es justo el complicar la vida a los que consideras tus amigos con tus problemas condicionando su ánimo, pero tampoco está bien el negarles la posibilidad de salvarte de una situación límite.
viernes, 10 de octubre de 2003
COLABORACIÓN ENTRE CIEGOS
Desde el otro lado de la línea imaginaria que separa los incontables universos personales se pueden ver muchas cosas que desde cerca no se aprecian con nitidez. Aunque a todos nos cuesta trabajo aceptarlo, el mejor compañero que un hombre puede tener es una crítica, incluso destructiva si se da el caso. Sucede que tratas de caminar obsesivamente con todo el esfuerzo que uno puede llegar a desarrollar pero no avanzas. Pones la vida en el intento y el fruto no brota en absoluto. De repente alguien se te acerca y te dice: "No puedes ir hacia adelante, estás contra un muro de hormigón". Te paras, examinas detenidamente y ves que es cierto, estabas tan cerca del muro que no lo veías. El empeño por conseguir resultados te llevó hasta allí y lo que parecía tu futuro era una calle sin salida. La crítica duele, pero es mucho más útil que la compasión que puedas recibir. Si no soy capaz de ver sino lo que sólo me gustaría encontrar, tendré que atender a los que minuciosamente observan mis actos. Seguramente ellos también contarán con numerosas grietas en sus planteamientos vitales, pero, sin duda, están mejor capacitados que yo para solventar mi situación como yo la suya.
jueves, 9 de octubre de 2003
NADA MÁS QUE LETRAS
No sé si seguir escribiendo, no soy capaz de encontrar hoy sentido a lo que hago. Mirando atrás y siendo crítico desde la realidad, tal vez haya malgastado todo el tiempo que he dedicado a recopilar ideas anotándolas y haciéndolas públicas. Aunque hubiera escrito un millón de libros, me he dado cuenta de que no hubiera podido cambiar nada de lo que veo a mi alrededor. No es falta de capacidad o ineptitud en este arte, simplemente se trata de un hombre con un teclado contra un ejército de contratiempos e injusticias. Lo tengo díficil, lo sé. ...No sé si seguir escribiendo, ¿Qué puedo escribir para limar odios entre los que antes fueron amigos? ¿Qué texto va a reparar dolores internos en el corazón de los que sufren de manera, a día de hoy, crónica? Las palabras no son tan poderosas como me habían enseñado. Ni mediante mis actos tengo una posibilidad aceptable de solucionar algo de lo que me envuelve, mucho menos con letras, con pensamientos, con majaderías íntimas. Me paro a releer todo lo que escribí en un bobo intento de ser guía, medito, observo y llego a la conclusión: Es cierto todo lo que leo, pero ¿Qué han solucionado esas palabras? Hoy siento lo prescindible que realmente soy...
miércoles, 8 de octubre de 2003
Ahora no llores...
Ahora no llores,
esto en parte es culpa tuya.
Sabíamos que pasaría algo así.
Pero olvidemos todo esto,
mejor pregúntame sobre ti ....
esto en parte es culpa tuya.
Sabíamos que pasaría algo así.
Pero olvidemos todo esto,
mejor pregúntame sobre ti ....
miércoles, 1 de octubre de 2003
REGALOS
A veces me encuentro como en esa extraña situación en la que alguien, en un desconcertante gesto de amabilidad, te regala algo que no necesitas y que yo mismo nunca adquiriría. Un regalo trampa, un favor obligado a aceptar. Me llegan de manera bastante regular ofrecimientos que las características de mi situación actual me impiden desechar, no por falta de ganas. Mucha gente, casi siempre gente que amo, me tira a la cara contra mi voluntad su compasión, se me acercan misericordiosos conocidos con frases de ánimos que no hacen otra cosa que hundirme más, me llueven a la fuerza oportunidades de seguir viviendo cuando todo se había acabado, o, lo que es peor, apoyo en el problema que uno mismo sabe que le acompañará hasta la tumba. Ellos quieren ayudar, y yo no quiero ser descortés, todo termina siempre en una sensación de estupidez para el afectado confrontada con un profundo sentimiento de autocomplacencia por parte del "ayudador". En esos casos, ¿Quién es realmente el que ayuda a quién?
UNA VIDA REPLETA DE PARADOJAS
Nada funcionará si no existe algo que sea capaz de arruinar su trabajo cruelmente. Los últimos días han sido muy despiadados conmigo: He aprendido millones de cosas. El guionista de mi destino (que quizás sea yo mismo inconscientemente) en esta ocasión no ha reparado en colocar heridas y dolores nuevos en mí, tal vez con el ánimo de lograr finalmente que aprenda la lección. Ya lo sabía de antes, sin embargo, las circunstancias se han agrupado recordándome lo que nunca debí olvidar. No tendríamos vida si la muerte no estuviera esperando a la vuelta de cualquier esquina, somos libres de soñar por la obligatoriedad de despertar, recordar nos es permitido por el amargor que produce siempre, nunca gozaríamos de acceso al amor si éste no fuera un mero juego en el cual la principal norma es perder siempre, la salud sólo se deja acariciar a veces para que sea más duro sobrevivir entre dolores y tumores cuando ella ya se ha marchado, la felicidad es tan efímera... tan frágil que se trata más bien de una burla al hombre que de un don. Las cosas buenas que pueda tener una vida son relativamente dificiles de lograr, si alguna vez percibiera alguna de ellas a la vista... No sé que haría por alcanzarla.
MUERTOS EN OFERTA
Hay algunas condiciones obligatorias de nuestra fascinante actualidad que me duelen y que no puedo negar. Me avergüenza comprobar el precio de las vidas humanas. Todo está basado en una máxima de la igualdad y libertad que proclama la humanidad, pero es falsa, no todas las vidas tienen el mismo valor. Millones de muertes anónimas pasan ante nuestros ojos continuamente sin efecto alguno en nosotros, ¿Quién nos ha enseñado? ¿Cómo nos hemos acostumbrado? Dedico todo el tiempo posible a no dejar que la sensibilidad que todavía pueda quedar en mí no se endurezca ni se pudra. Pero este tema deja al aire mi fútil crueldad disfrazada de amor por la revolución. Tenemos nuestro planeta relleno de cadáveres por doquier, putrefactos, deshechos o disueltos. Los muertos se devalúan con el tiempo. Era lo que les faltaba a los pobres, la sociedad decide lo importante que es la muerte de alguien concreto, pero, después de esto, los años continuarán enterrando la importancia impuesta de nuestro recuerdo. No me importa que todo el mundo se olvide de mí un minuto después de haberme ido para siempre, pero no debería ser así. Nadie se ha esforzado más que yo en esta vida, nadie merece un privilegio del que yo no voy a gozar. Sin rencor hacia nadie, los que ya no volverán tendrán una parcela muy exigua en mis recuerdos. Deja que los muertos entierren a sus muertos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)