lunes, 1 de agosto de 2005
ENCERRADOS EN LIBERTAD
¿Pretendemos sentirnos mucho más libres de lo que somos en realidad? ¿Nos han engañado al hablarnos de la libertad? Cuando uno empieza a observar con paciencia y sin prisas las situaciones de las que somos protagonistas, sin obviar ni un detalle, no son muchas precisamente las que nos vienen por iniciativa propia elegidas a nuestro antojo. Sin anteponer en este tema el clásico tópico que habla de que en ciertos países dirigidos por regímenes severos nadie tiene la posibilidad de hacer lo que le venga en gana, en el resto del planeta la situación es mejor sólo de manera aparente. Nuestra libertad es semejante a la de un preso en el patio de la cárcel. Un preso que no está atado ni amordazado, pero sí limitado. Tiene un espacio concreto en el que moverse a sus anchas... por lo tanto es libre. La única diferencia entre unos países y otros es el tamaño y las prestaciones del patio dentro de aquel presidio en el que ha sido recluído. Nos sentimos libres y tal vez lo seamos mientras que, al menos, podamos conservar el derecho a creer, pensar, amar y soñar sin restricciones, a nuestras anchas. Creo que nuestra libertad no está en modalidad Full-Equipe, pero por ahora sigue prestándonos los servicios mínimos. Seamos agradecidos.
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