viernes, 12 de agosto de 2005

LO QUE PASÓ, PASÓ

Nadie dijo que fuera a ser fácil vivir. Así que nadie debe extrañarse cuando se encuentra con cosas que no es capaz de comprender. Cosas que en apariencia sólo complican la felicidad y sin las que todo sería mucho más fácil. Pero cosas que al fin y al cabo están ahí y que no está en nuestras manos arreglarlas o erradicarlas. Creo que la mejor manera de aprender a convivir con esas cosas es aceptarlas. No es bueno hacer preguntas que no tienen respuestas, probablemente no te llevarán a nada positivo. Es necesario arrimar el hombro en las situaciones en las que tenemos opción de solucionar problemas, pero no tiene lógica enrolarse en causas autodestructivas, seguro que se puede encontrar algo mejor para hacer. De esta manera, mutilar un buen estado de ánimo lamentando el pasado no es recomendable. El pasado es una de las pocas cosas en este mundo que son para siempre, duela a quien duela. Dejemosle al pasado su justa parcela de atención necesaria, pero ni un milímetro más. Porque sólo existen dos tipos de persona que se dedican a hurgar con cierta regularidad en la mierda. Unos son los fontaneros, los otros los coprófagos. La diferencia es que unos lo hacen por dinero y por la necesidad de la sociedad, los otros lo hacen por puro placer. Remover la mierda por placer es para desequilibrados, piénsalo.

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