jueves, 4 de agosto de 2005
OTRAS CONJETURAS FREUDIANAS
A veces tengo miedo, aun sin saber de qué se trata exactamente eso de tener miedo. Nadie tiene miedo a las cosas que ama o que le agradan. Más bien podríamos decir que el miedo se solidifica cuando se nos avecina un encuentro con algo que no somos capaces de afrontar. Casi siempre porque se trata de cosas, personas o circunstancias que, o bien desconocemos por completo, o bien siempre nos han hecho daño. Es bien importante tener cuenta esas características típicas de lo que tememos, ambos casos se resumen en uno: Nunca hemos vivido una experiencia agradable a raíz de ellos. El ser humano está ha acostumbrado a conquistar sin esfuerzo, lo que ha derivado en que una derrota o una duda generen miedo por naturaleza en mayor o menor medida. Pues bien, si damos como válidas las afirmaciones de las líneas de arriba, la eterna ecuación pendiente para todos casi está resuelta, solamente resta acorralar la incógnita. ¿Cómo podríamos abatir nuestros miedos? Fácil, si el miedo deriva de ausencias de buenos momentos con cosas, personas o circunstancias, habrá que buscar esos buenos momentos y forzarlos. Derrotaríamos nuestros miedos afrontandolos hasta domesticarlos, hasta que entre nuestros recuerdos de esas situaciones que nos aterran podamos incrustar un buen recuerdo. Vencerás el temor si le plantas cara, pero me parece que, por desgracia, le tenemos miedo a este metodo de vencer el miedo.
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