No sé en qué consiste el juego, pero una cosa tengo muy clara: Si tengo que jugar lo haré al límite. Todos los que terminan lesionándose son vícitmas de haber jugado demasiado en serio. Pero no puedo ni imaginarme la cara de aquellos que, tras haber jugado sin querer correr demasiado, llegaron a casa con la idea fija en la cabeza de que podrían haber evitado la derrota si tan siquiera se hubieran esforzado un poco más allá. Tampoco creo que, si por algún motivo, el azar me premia sin haber ofrecido todo, me pudiera sentir orgulloso o digno de lo logrado. De seguro que me vería a mí mismo como la persona más miserable y ruín del mundo. Me corroe la rabia cuando creo que no se me ha hecho justicia y se me niega lo que por derecho debía tener. Sin embargo, mirar atrás en unos años y ver a un oportunista acomodado...
Prefiero perder mi vida luchando por mi causa, que salir corriendo para ver como se hunde el barco.