viernes, 28 de abril de 2006
PERDÓN POR MIS ERRORES
No importan las circunstancias que rodeen nuestra situación actual, cada ser humano tiene en común el mismo verdugo: Sus errores. Condenamos y somos condenados recíprocamente en el mundo que habitamos, basándonos en exclusiva en las decisiones equivocadas que hayamos podido tomar. A menudo nuestros actos desembocan en sucesos que de ninguna manera hubiéramos llegado a imaginar, pero que, de los cuales, somos nosotros indiscutiblemente únicos responsables. Nuestra culpa, nos convertimos en críminales, muchas veces de forma involuntaria. No teníamos posibilidad alguna de preveer que todo desembocara en ese resultado nefasto, pero se trata de nuestra creación, nuestra obra. Y en consecuencia somos juzgados y castigados, por los que deseaban condenarnos, los que puedan amarnos y, no rara vez, por nosotros mismos. Nuestras equivocaciones nos pesan, nos duelen, nos matan... Se nos olvida que, sin dejar de evitar las malas decisiones, somos de naturaleza humana. Es importante aprender a encajar los errores, propios y ajenos; aprender a perdornar, a nuestros semejantes y a nosotros mismos; y a no colorear el mundo que nos ha tocado vivir apoyándonos en las cosas que han salido mal, porque tal vez no sean mayoría. Nadie es perfecto, creo que todos coincidimos en esa afirmación.
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