Para Madrid esta vez ha sido un poco diferente. Y aunque ya se presentó Augusto con su fama de duro y tozudo de cada año, ni siquiera ese pequeño tirano puede reprimir las lágrimas del cielo madrileño. Vivir sin ti ya no es lo mismo y las calles, el aire, el sol, las nubes, ...todos! ...todos lo saben. La ciudad hoy se siente tan triste que era inevitable que se empapase. En el Retiro yo no acierto a encontrar la copa de cualquier árbol para cobijarme. Hace un minuto, aquí, en el Retiro, no encontraba tu mano entre las mías. ¡Ay! pasear por este parque en soledad es un suicidio demasiado ridículo. El calor es axfisiante, pero llueve; la ciudad es un océano de gente, de otra gente. Por suerte el camino desde la Puerta de Alcalá a Cibeles va hacia abajo. Si no fuera así tal vez nunca podría llegar. Quizás sea un camino pensado para nostálgicos doloridos, un camino para víctimas.
Esperar al gran 27 siempre es breve; no quise enterrarme, bajar a los intestinos de mi ciudad, pensé que debía exprimir la luz que el techo me regalaba allí, frente a la Diosa. La oruga grande viene a recogerme, es lenta, pero no parece importar. Bebo de su compañía en contacto con personas que nunca me amaron ni me odiaron, curiosamente todas parecen llevar tu cara y tu voz. Todos procuran no cruzar las miradas, observando el cristal, más allá del cristal y disimuladamente el reflejo del cristal. No es demasiado importante si me dirigía hacia la estación o hacia el Coliseo, el efecto es el mismo. Sin ti solo me queda esto, me has dejado el Madrid que compartíamos para mí solo, él y yo tendremos que consolarnos mutuamente. Me acostumbraré a sus lágrimas y Madrid a mis tonterías.
miércoles, 20 de julio de 2005
lunes, 18 de julio de 2005
CONJETURAS FREUDIANAS
Algunos pretenden hacernos creer que no es así, pero el amor y la caridad siempre residen en mayor o menor medida en cada humano. Algo diferente es que exista quien haya logrado disimularlos para procurarse así una imagen cruenta y aterradora. Todos hemos llorado de pena lo aparentemos o no. Es el retrato de lo frágil, de lo indefenso lo que hace que aflore en el hombre su verdadera naturaleza. Cuando nos topamos con algo tierno e inocente en necesidad, desde lo más profundo de todos nace la idea y la inquietud de pararnos a ayudar, (Sí, ya sé que desde luego, siempre se nos ocurre una excusa que nos autoconvence de lo impropio que sería cooperar de manera altruísta). Un anciano llorando de hambre, un cachorrillo asustado, un bebé sufriendo sin poder defenserse pueden recordar a cualquiera que posee un corazón en el interior de su pecho. Y si alguna de esas imágenes no consiguen cambiar el semblante de alguien concreto, sólo son factibles dos explicaciones: Bien se trata de alguien que no ha terminado de comprender la situación o bien estamos hablando del personaje que provocó esas atrocidades. ¿Será un sentimiento variante e inherente a la admiración por la víctimas? El dolor nos aterra, pero a la vez nos engatusa. O quizás los que sufren a nuestro alrededor desencadenen en nosotros un sentimiento maternal inexplicable. No se puede vivir del amor, pero tampoco se puede vivir sin amor. No por necesidad sino por lo inseparable que resulta a la naturaleza de estar vivos.
lunes, 11 de julio de 2005
MI ÁLBUM DE CROMOS
(Con todo el cariño del mundo para mi amiga Alba a quien le debo la bujía de este artículo)
En cierta manera somos un tipo de esponjas muy especiales. Preparadas para acumular en ellas cualquier experiencia o dato que se les convierta en apetecible, pero que luego nunca podrían desprenderse de ellas por completo. Todo lo que un día vivimos, siempre estará en nosotros, indistintamente si fueron iniciativas buenas o malas. Tenemos la capacidad de abandonar, arrepentirnos y hasta de perdonar a otros, pero no de borrar, mucho menos en la historia de nuestra vida. En esa historia cada acción desenvuelta es irreversible. Ni siquiera olvidando por completo nuestro pasado podemos borrarlo. Es importante pensar cada decisión. Tatuamos nuestra vida y su historia con nuestras obras. Minuto tras minuto vamos completando el álbum de cromos con el que fuimos bendecidos por alguna causa que hasta hoy nadie ha podido explicar. Tal vez los cromos y su posición son inamovibles, tal vez no, y nos corresponde a nosotros decidirlos. Puede que sea mejor pensar que está en nuestra mano esa responsabilidad para, al menos, no vernos como marionetas inertes condenadas. Me gusta sentirme con la fuerza necesaria para dirigir mis actos. Sé que esto, al mismo tiempo que me hace determinante en mi vida, me convierte en culpable único de todo lo que haga diga o piense. Un destino forzado me libraría de tal acusación, no hubiera podido decidir, habría hecho lo que estaba dictado de antemamo. No creo que compense esa idea. En cierto modo es bonito tener la oportunidad de admirar los propios éxitos aunque eso también acarree avergonzarse de los errores cometidos.
En cierta manera somos un tipo de esponjas muy especiales. Preparadas para acumular en ellas cualquier experiencia o dato que se les convierta en apetecible, pero que luego nunca podrían desprenderse de ellas por completo. Todo lo que un día vivimos, siempre estará en nosotros, indistintamente si fueron iniciativas buenas o malas. Tenemos la capacidad de abandonar, arrepentirnos y hasta de perdonar a otros, pero no de borrar, mucho menos en la historia de nuestra vida. En esa historia cada acción desenvuelta es irreversible. Ni siquiera olvidando por completo nuestro pasado podemos borrarlo. Es importante pensar cada decisión. Tatuamos nuestra vida y su historia con nuestras obras. Minuto tras minuto vamos completando el álbum de cromos con el que fuimos bendecidos por alguna causa que hasta hoy nadie ha podido explicar. Tal vez los cromos y su posición son inamovibles, tal vez no, y nos corresponde a nosotros decidirlos. Puede que sea mejor pensar que está en nuestra mano esa responsabilidad para, al menos, no vernos como marionetas inertes condenadas. Me gusta sentirme con la fuerza necesaria para dirigir mis actos. Sé que esto, al mismo tiempo que me hace determinante en mi vida, me convierte en culpable único de todo lo que haga diga o piense. Un destino forzado me libraría de tal acusación, no hubiera podido decidir, habría hecho lo que estaba dictado de antemamo. No creo que compense esa idea. En cierto modo es bonito tener la oportunidad de admirar los propios éxitos aunque eso también acarree avergonzarse de los errores cometidos.
martes, 5 de julio de 2005
AMA LO BELLO
Todo tiene un propósito según una antigua afirmación que nadie se atreve a debatir. Por eso algunos pobres depresivos se dedican diariamente en analizar cual puede llegar a ser lo que haría que merezca la pena abrir los ojos una mañana más. Algo que llegue a compensar cada revés que la misma vida ya le ha atribuído y que quizás no tenga posibilidad de esquivar. Me parece una actividad muy atractiva y edificante el saber que es lo que persigo y valorar su verdadero significado. Aquellos deprimidos de los que hablaba utilizan este recurso como excusa para no tener que abandonar, pero creo que también es imprescindible para afrontar la vida con agresividad, con ganas de éxito. Pero.. ¿Qué perseguir? Puede surgir el miedo a aspirar a algo demasiado grande y firmar un fracaso; o ser un timidato que derrocha sus medios y que nunca habrá podido disfrutar de lo que estaba capacitado para ganar. ¿Injusto? Quizás. Yo, por mi parte, siento que mi meta se ha estipulado en amar a aquello que sea bello. Nada más más simple ni más complejo, únicamente la belleza. Un ser bello, un sentimiento bello, una obra bella, una bella historia. No garantizo que esté ahí la justa medida de ambición para un hombre, por supuesto dudo que sea un propósito demasiado humilde. "Si quitáis de nuestro corazón el amor a lo bello, nos quitáis todo el encanto de vivir" Rousseau.
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