martes, 19 de octubre de 2004

NOS SOBRAN TEÓLOGOS

No puedo evitar de ninguna manera que me embargue la curiosidad al escuchar sobre la actitud mantenida por los ermitaños que les hace creerse solucionadores de las carencias que nuestra sociedad a día de hoy desborda. Me gustaría poder acceder al secreto que hace que alguien en un estado de clausura máximo participe mínimamente en la regeneración de nuestras lacras comunitarias. Ya me valdría si me pudieran demostrar que son capaces de influenciar, aunque fuera negativamente, desde su místico escondite. Pero ellos se mantienen en la sombra actuando de manera que hace pensar a todos los que están a su alrededor que la solución que ellos aportan es la más factible o la única viable. No dudo de que la mentalización o equilibrio espiritual tengan un papel importante a la hora de comenzar a cambiar un mundo en el que no faltan aspectos que mejorar. Pero tal vez no sea la herramienta más práctica a la que tenemos acceso. Además confío en que el poder mantener a un buen nivel esos aspectos místicos no es de ninguna manera incompatible con arrimar el hombro y partirse alguna uña en asignaturas más materiales. A la hora de la verdad no me parece de mayor relevancia el que medita u ora en favor de que se encienda una luz, que el que se pasa para apretar el interruptor.

1 comentario:

Kenny dijo...

Visitando monasterios por las montañas catalanas, empecé a descubrir que siempre iba compaginado el estudio, con la comunidad, con servir a la comunidad (sea por trabajos prácticos o educación)... Encontré que no era tan fácil dar batacazos contra los pobres (literalmente) y no tan débiles hombres (y mujeres, supongo) que dedican su vida entera a una causa.
Otro acontecimiento que me hizo recapacitar fue el descubrimiento del versículo "el temor de Dios es el principio de toda sabiduría". Entiendo por eso que sin ese temor a Dios (que supongo que es más que tener miedo, más como búsqueda de sus misterios, respeto por ellos y fascinación por ese Dios del cielo), no se puede tener sabiduría. Por tanto, cogiendo el punto de vista casi opuesto, diría que ¿cómo podemos clamar saber verdades o tener sabiduría sin antes tener una cierta disciplina espiritual (o concedamos mística) que nos lleve al temor de Dios?
No sé la respuesta, pero ambas posturas suenan a demasiado extremas y reaccionarias como para llevar en si gran parte de esta oculta verdad. Pero, ¡eh! mérito en hacerme pensar, es uno de tus mejores artículos en cuanto a eso y exposición de argumentos (no necesariamente el más bonito).
Un abrazo