martes, 5 de octubre de 2004

PROBLEMAS

La plaza de aparcamiento destinada a la desgracia en nuestra existencia no tiene lugar o al menos así es como debemos mentalizarnos. De esta manera es interesante no sólamente negarle aquel derecho sino incluso prohibirle cualquier tipo de estacionamiento cerca nuestra. Porque si bien puede resultar por completo imposible evitar el que se cruce en nuestra senda algún contratiempo, está siempre en nuestra mano el restringirle la posibilidad de asentarse en nuestro entorno. Como reza un popular refrán español: "No hay mal que cien años dure", instalarse en la queja y la llantina no es otra cosa que ponerle sal a las anchoas, y lejos de ser una reparación desemboca en una una medida inútil. Todos nos hemos encontrado en algun momento en dicha posición, y yo, personalmente, no he podido encontrar una salida diferente a la de afrontar el problema tras reconocerlo, y que comprender que "Un problema que no tiene solución, no es un problema". En los casos restantes a este último todos sabemos que hasta el más duro y cruel invierno termina siempre capitulando ante la dulce primavera.

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