martes, 30 de octubre de 2007

LEJOS DE CASA

Esta mañana he podido ver de pasada una situación que me ha dado que pensar. Un muchacho africano que no creo que alcanzara los treinta años. Estaba rebuscando entre la basura algo para comer con casi medio cuerpo dentro del contenedor. Su ropa era andrajosa y todo indicaba que últimamente no estaba nadando en la abundancia. Eso me invitó a preguntarme qué le habría llevado hasta aquí y si estaría peor antes de venir a una cultura diferente tan maravillosa. Pensé en las cantidades económicas que les exigen las mafias por entrar en un nuevo país en el que la vida es perfecta, y en el impacto recibido al comprobar la realidad. No es sólo un problema derivado de la credulidad, yo lo veo también como otra contraindicación de la miseria. Cuando te encuentras hundido en la necesidad extrema es muy sencillo creer en todas las promesas que puedan llegar a cruzarse, por lo que no faltan desaprensivos que lo saben y encuentran ahí un filón personal en el que cimentar su negocio. Algo así como alguna de esas que anda a la caza de un millonario al que engatusan, le hacen creerse atractivo y encantador, teniendo muy claro que llegado el momento oportuno, sin ningún tipo de pudor ni escrúpulos se desenmascararán; duela a quien duela, llore quien llore. La vida no es tan cruel, crueles son la ilusión y el optimismo.

lunes, 22 de octubre de 2007

GANADORES

Perdedor o ganador son estereotipos implantados en nuestro universo humano actual, en los que se encasilla de manera predeterminada, siguiendo unos parámetros fijos, a todo el mundo en modo excluyente. Pero sin recordar que en realidad esos dos bandos son meros papeles en los que uno se puede encontrar en diferentes situaciones. Analizando a la totalidad de personas entre las que me he ido moviendo a lo largo de mi vida, creo no haber encontrado a nadie de quien decir que nunca haya besado la lona (Recurriendo a términos pugilísticos). Para mí, la gran diferencia entre unas personas y otras en los que a éxitos se refiere, se basa en la manera de saber afrontar una derrota, que, insisto, todos tenemos que saborear de una u otra manera a su debido tiempo. Es complicado encajar con caballerosidad y entereza un revés del destino, sea merecido o no, y, si fuera necesario, felicitar a aquel que nos superó. También es difícil el no acostumbrarse nunca a ganar, no caer en el hábito de la victoria y comprender cuando uno cambia su papel por el de perdedor que es porque ha dejado de ser acreedor del triunfo o simplemente porque el caprichoso destino se lo niega de la misma forma que tal vez antes se lo había regalado. Muy pocos pueden afirmar que cuentan con la infravalorada cualidad de saber decir adiós a los buenos tiempos; esos son los verdaderos ganadores

lunes, 15 de octubre de 2007

DULCE Y TRISTE DEMENCIA

Ni siquiera se puede declarar como una verdad absoluta e indiscutible algo tan claro como que "El dolor duele", porque quizás para todos no sea siempre así. Por ejemplo, algo tipificado a día de hoy como una enfermedad mental o una actuación irregular es el masoquismo. El masoquismo, esa horrorosa demencia capaz de hacer del dolor placer sin reparar en las consecuencias que este traiga; cosa de desequilibrados a los ojos de la sociedad. Pero en nuestro entorno es muy fácil encontrar situaciones con más similitud de la aparente si sabemos analizar de la manera conveniente. Es esa inexplicable reacción que algunas personas tienen ante maltratos y desprecios desmerecidos que a veces reciben. Muchos hemos experimentado el sentirnos enamorados de quien más daño nos haya llegado a causar. Peor aún la esposa que con frecuencia tiene que soportar humillación y golpes de aquel miserable que a menudo regresa a casa borracho y al que por cariño nunca va a denunciar. Incluso muchas madres (sin excluir la mía propia) que no reciben ni una pequeña parte del amor que desbordan, pero no pueden ni desean dejar de de estar dispuestas a sacrificarlo todo por sus hijos.
Pensándolo detenidamente quizás el tragar dolor sin queja alguna no sea un comportamiento tan minimizado y reducido, o puede que estemos necesitando muchos más manicomios de los que habíamos calculado.