miércoles, 10 de mayo de 2006
Pena de muerte ( I )
De alguna manera le odiaba. Ese miserable había terminado con la historia de amor más increible que ella hubiera podido protagonizar. A través del cristal miró a sus ojos, carentes de mensaje. Intentaba juzgarle, acusarle, hacerle daño, que se sintiera como basura. Pero ya nada le afectaba, le quedaba tan poco...! Quería ser cruel con el condenado, pero ella no era esa clase de persona y ahora le veía indefenso, temeroso y perdido. Ya no se parecía a aquel desalmado, ahora recordaba a un pobre niño abandonado. Ella quiso darle sentido a la situación y repasó mentalmente los hechos: Se estaba actuando con justicia, él no se merecía que le compadeciese. Ese criminal no presentó síntoma alguno de clemencia mientras que clavaba repetidamente el puñal en el hombre de su vida, el hombre que ya no volverá y que probablemente nadie podrá suplantar jamás. ¿Qué otra cosa merecía? Tiene que morir, así lo dice la ley; aunque no podía terminar de convencerse a sí misma. Agarró muy fuerte la mano de su madre, su querida mamá, como queriendo mostrar así que se sentía satisfecha con lo que estaba viendo. Su mamá sí que parecía disfrutar con el espectáculo. Así que procuro permanecer ausente para no emocionarse de manera demasiado obvia mientras que ese pobre infeliz se apagaba poco a poco, hasta que cerró los ojos. Entonces, sin esperar un segundo se levantó y salió de la sala. Así aparentaría que era lo único que quería ver, a él muerto. Justo mientras que atravesaba la puerta hizo un pequeño balance de lo que había cambiado ahora: Nada, nada se había solucionado con la ejecución.
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2 comentarios:
recuerdos, dulces recuerdos, peligrosos recuerdos, asesinos recuerdos
Lo siento, no vas a conseguir que dé más pistas al respecto. :P
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