martes, 2 de septiembre de 2003

LA SEDUCTORA DESTRUCCIÓN

A veces levantarse es un esfuerzo, en otras ocasiones resulta que es muy complicado quedarse tumbado. ¿Quién dicta los parámetros que guían el resultado? Nadie, todo el mundo, el que debe levantarse. Creo que todos estaremos de acuerdo en que en definitiva lo que resulta más agradable es lo que menos conviene. Repudiamos nuestro propio bienestar sin casi poder admitirlo. La muerte suele ser un término demasiado crudo para todos nosotros, pero, sin ser ella al completo a lo que se le aporta más hegemonía de la que es acreedora, a su esencia, al dolor y la necesidad, sí. El hombre posee una naturaleza autodestructiva, se decanta constantemente por lo peligroso, por lo doloroso. No puedo decir a ciencia cierta si esas continuas ganas de perder venían en el producto original o nosotros mismos nos encargamos de desarrollarlo y de "evolucionar". No importa lo bonito o delicado que se haya preparado el camino, la opción dañina es la aparentemente fácil y atractiva. Además como norma general nos cautiva la comodidad de quizás merecer ayuda, ser un digno objeto de misericordia, vayamos a aceptar esta o no, lo que nos hace saltar a la destrucción mientras creemos aproximarnos al beso de la gloria, pobres infelices...