Deberías cuidarme un poquito más,
No sé si podré resucitar siempre,
Mucho menos solo, abandonado.
Como aquella vez que me dejaste morir.
No sólo tú lloras con los golpes,
Todos cargamos con miedo al dolor.
Sufrir es para mí igual
Aunque a veces no veas las lágrimas.
Dime si te sientes más dañada que yo
O si crees que hay una sola cosa
Que aún puedo recordar con cariño
Ten cuidado por si me vuelvo a morir,
Presiento que no voy a vivir más milagros.
No merecería la pena ahora que te has ido.
martes, 25 de octubre de 2005
viernes, 14 de octubre de 2005
OBRAS PÓSTUMAS
En el mundo ideal que la perfecta moral nos dibuja la gente haría todo de manera altruísta sin intereses escondidos. Sería un lugar tremendamente utópico, sin disputas ni rencores, donde todas las personas se podrían permitir sonreír constantemente. La manera de lograrlo consiste en que todos, sin excepción, colaboren, algo que creo que nunca sucederá. Puede que sea porque en el fondo todos somos malos y repelemos la perfecta moral. Es díficil comprender cómo casi nadie hará nada por lo que todos desean. Entonces ¿La gente en realidad no quiere hacer cosas para los demás? Y si es así ¿Tienen razón al desconfiar de los valores humanitarios? Yo no puedo contestar, porque no lo sé, pero sí que puedo opinar. Después de haberme esforzado en algo con todo mi coraje y ganas, me dolería mucho que, si he sido merecedor de algún reconocimiento a mi trabajo, éste fuera cuando ya me haya marchado. Si hay posibilidad de elegir prefiero vivir personalmente las felicitaciones. Tal vez sea algo parecido lo que le sucede a nuestra sociedad. Para poder tener garantías de saborear los frutos de una vida hay que orientar esos frutos hacia uno mismo (no he dicho que lo recomiende). Así la gran mayoría piensa sólo en primera persona e incluso además en corto plazo. Si en lugar de esclavos los romanos y egipcios hubieran tenido que construir sus monumentos con personas de este siglo, les hubiera sido imposible.
martes, 11 de octubre de 2005
DULCE TIRANÍA DE LA VERDAD
Hoy me había parado a intentar contabilizar por un instante las diversas opiniones que transitan por el mundo en un tema tan pesado como la muerte. Me he dado cuenta de que la variedad es grande y de que en ocasiones la cantidad de ideas no es lo más sorprendente, sino el contenido de algunas. Como lo que no deseo es polemizar, al menos en esta materia tan espinosa, no haré referencias nominativas a ninguna creencia mística concreta, ni para promoverla, ni para criticarla. Por ello comento que me refiero a las corrientes religiosas como el medio más evidente, pero es algo que sucede en cada oportunidad que el hombre tiene de opinar. Me permito afirmar que este suceso es secuela directa del hábito humano que consiste en modificar nuestra interpretaciòn de la verdad a las necesidades que nos acechan. Lo malo es que la verdad es maciza e infranqueable: nunca se va a adaptar a nada ni a nadie. Más bien al contrario, la verdad duele. Eso nos hace temerarios al tratar comercializar "nuestras nuevas verdades" cuando probablemente la auténtica verdad ya nos haya sido presentada y tal vez no nos haya entusiasmado. El ansia de presentar novedades no es reprobable en absoluto pero ¿Podemos poner en tela de juicio algo tan importante como la verdad? Algo que ha sido tan ninguneado y contaminado que uno mismo tiene derecho a dudar en ocasiones. Ahora, ante la contundencia y falta de flexibilidad de la verdad me pregunto: ¿Qué valor tiene una vida por muy larga y comprometida que haya sido si no estaba fundada en la verdad? Podrá ser recordada como un bonito ejemplo de entrega y sacrificio para sus espectadores, sin embargo, para el protagonista esa vida tiene la calidad de desaprovechada. Verdaderamente, conocer la verdad merece la pena.
miércoles, 5 de octubre de 2005
DIVERSIDAD
Lo importante es participar pero, de acuerdo a nuestros variopintos carácteres de diferentes características, cada uno pone su firma de manera diferente. Esas diversas intervenciones, por mínimas que sean, son las que conforman la historia universal. Dependiendo del objetivo a tratar, las personas reaccionan unas a favor y otras en contra. Unas para construir y otras para derruir. Después cambiando el objetivo, tal vez las que antes se manifestaban creativas sean ahora destructivas y viceversa. Por eso al ser impregnados con una personalidad única y singular también somos receptores de una misión intransferible para con la humanidad. No que cada persona haya sido diseñada para ordenar y encauzar los errores acumulados por el hombre. Pero no dudo de que incluso el personaje más anónimo de la tierra, sin necesidad de modificar sus hábitos y costumbres, cuando haya terminado su camino, puede mirar hacia atrás, reconocer su papel en el universo y encontrar la necesidad que había en el mundo de alguien cómo él. Tengo dudas sobre si necesitamos algún tipo concreto de persona ahora mismo, pero aunque a veces creamos lo contrario, seguro que no nos sobra absolutamente nadie.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)