martes, 29 de noviembre de 2005
LA GALLINA O EL HUEVO
Sin ánimo de hacer carga ni en contra ni a favor de los darwinistas o de los creacionistas hay que reconocer que para aceptar cualquiera de ambas teorías es obligatorio echar mano irremisiblemente de una gran cantidad de fe. Sea como fuere, me suena demasiado extraño el aceptar al ser humano como un animal más. Un simple animal que por alguna razón desarrolló sentimientos, inquietudes profundas y moral, aunque en estos años casi podemos colocar entre comillas a esta última. No conozco demasiado acerca de zoología ni de estructura celular pero me gustaría saber qué similitud coherente puedo llegar a tener con una ameba o cualquier otro protozoo. Tal vez estoy engañado y tengo en demasiada alta estima a la humanidad pero me duele pensar que mis amigos, mis padres o alguien a quien amo está al mismo nivel que una cucaracha, y no es porque tenga nada contra los insectos. Ya dije que no puedo argumentar mis pensamientos con bases científicas pero con poco que haga uso de las cosas que siento y que hay dentro de mí se despejan todas las dudas que pueda hacer brotar este tema. Que si evidentemente cada persona contiene un componente animal, eso no niega ni la parte racional, ni la sentimental. No se trata de discutir las características propias de los animales ajenas al hombre, es más bien encontrar y admitir qué se puede encontrar en un corazón humano que lo hace diferente de un animal.
viernes, 18 de noviembre de 2005
COSAS QUE NO TE GUSTA HACER
En algunos momentos de la vida nos vemos en situaciones en las que tenemos que luchar o dar la cara por cosas en las que no creemos o por las que no sentimos demasiadas simpatías. Es una sensación rara, mitad de rabia por la obligatoriedad que nos condiciona, mitad de vergüenza por no haber sido capaces de rebelarnos y actuar como nuestra verdaderas convicciones dictan. Se trata de trabajar en automático sin darle ninguna importancia al verdadero significado de las cosas, procurando únicamente salvar la imagen y ganar los puntos disponibles en la relación con algún importante. La misión es trabajar como las langostas, sin piedad, pero no es necesario contar con la fe en su misión que me consta que ellas poseen; es más, lo ideal consiste en neutralizar cualquier tipo de ideología personal, puesto que la de cualquier persona libre y justa suelen ser contrarias a las que me refiero. Los que dedican sus fuerzas a hacer cosas que odían y en las que no disfrutan, están avocados a una vida pesada e incómoda. Obviamente sería de locos el abandonar las obligaciones que uno va adquiriendo, pero es bueno ser sabio y selectivo a la hora de aceptar responsabilidades y no esclavizarse en la hipocresía sólo por parecer ser mejor. Deberíamos aprender a vivir la vida en disfrute y no en obligatoriedad.
miércoles, 2 de noviembre de 2005
UN AÑO MÁS
La gente cuando intenta edificar una conversación y no consigue ser original saca la pregunta tópica: ¿Cuando es tu cumpleaños? Pregunta elegante y con cierta gracia según el acervo popular pero que no veo por qué tiene que ser librada de la calidad de ridícula. Yo personalmente nunca he podido encontrar el motivo racional que explica tanta atención a una fecha concreta, sólo se me ocurre que la utilidad de esta pregunta se reduce a poder evitar así la incómoda: ¿Cómo eres de viejo? Por eso me encuentro con derecho a interpretar una pregunta referente a la fecha de nacimiento como a una referente a la edad. Del cumpleaños no tengo mucho que decir, ni siquiera en contra, tal es su triste consistencia. No me imagino cómo se le ocurrió a Adán confeccionar un calendario y empezar a contar años para concretar su edad y su cumpleaños, o en qué momento a los monos comenzó a interesarles. Yo no sé si quizás soy demasiado complicado y rebuscado, pero me niego a celebrar cumpleaños, porque no me vale para nada. En todo caso me lamento por no poder dedicar un día al año para prestar atención a los años exactos que me restan de vida, pero si no conozco el día que me tocará irme, obviamente es imposible. Por eso no me interesan los cumpleaños en absoluto y al tener en cuenta que es una actividad substituta de la que me recordaría que se acerca la muerte, mucho menos celebrarlo. Insisto, esa celebración puede ser ofensiva si se analiza desde el punto de vista adecuado además de ser un paso hacia atrás en el crecimiento intelectual de las personas.
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