domingo, 6 de junio de 2004

LAS ALAS DE LA MARIPOSA

A tenor de las rebuscadas pruebas que diluvian en mi urbano habitat, pienso que la felicidad, en el poco probable caso de que pueda tomar forma, resulta ser el rara avis más preciosa, preciada. ¿Qué posibilidad hay de que si tomas un puñado de tierra del suelo al azar encuentres en él un diamante? Con todo yo puedo afirmar que es menor el porcentaje si piensas en el tiempo de felicidad vivida dentro de la duración que tu historia alcance a estirarse. Como con un cuentagotas, nuestra historia fue diseñada de manera que un instante de bienestar puede ser apreciado al máximo, en absoluto condenado al olvido con facilidad. Igual que todas las mariposas que en su cruel historia, tras una triste y monótona vida reciben sus hermosas alas para morir poco después sin apenas llegar a ser conscientes de lo maravilloso del milagro del que son protagonistas. De este mismo modo la felicidad nos roza para abandonarnos sin remordimientos instantaneamente dejando tras de sí el suspiro de la nostalgia por aquellos mágicos breves momentos perdidos.

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