Ahora las noches son eternas, mis ojos se niegan a cerrarse, pienso tanto en ti... de todas maneras, si al final consigo dormir es únicamente para soñar contigo, contigo y conmigo. ¿Para qué nadie más? El mundo entero me sobra. Ya sé que nadie nos va a entender, pero tampoco me importa. Sólo me importas tú, sé que todos los demás estarían equivocados.
Dice la gente que el verano se ha terminado, que el otoño ya está aquí, que hace frío, que ha llegado el momento de echar mano del paraguas y del abrigo. Pobrecillos, no comprenden que lo que pasa es que todo el calor contenido en el universo se ha concentrado en mi maltrecho corazoncito por culpa tuya. Y aquí lo guardo con la dulce esperanza de que así lo aceptes como justo merecedor de una de tus mágicas sonrisas.
Todos piensan que el cielo de Madrid es un tacaño que esconde sus estrellas, que se las come o simplemente que no las saca cada noche porque no quiere compartirlas con nadie. Pero no saben que si no pueden verlas es porque las he ido robando todas, una a una, a escondidas, para llevártelas y pedirte que, si tú quieres, me las cambies por un beso.
Princesa mía, Agárrate a mi mano, jugaremos a apretarlas fuerte. Cierra los ojos, déjate llevar por mí sin preocuparte por nada; yo tampoco sé a dónde vamos, pero será perfecto y será como vivir siempre en primavera. No hagas caso a nadie más; créeme, el universo entero está equivocado. Todo va a salir bien.
domingo, 2 de septiembre de 2007
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