lunes, 13 de agosto de 2007

PESIMISMO ANALIZADO

La sabiduría popular se empeña repetidamente en criticar y desprestigiar a los conocidos como pesimistas. Esas personas que tienen entre sus hábitos constantes el resaltar las partes negativas de su entorno y su situación; observando con especial atención las complicaciones y riesgos de cualquier proyecto por encima de sus posibles éxitos . Se les ha tatuado en perpetuidad la definición de fracasados conformistas y nadie se atreve a cuestionar la credibilidad de esa afirmación. Pero creo que es inevitable desde mi posición ponerlo en tela de juicio; sobre todo si para mí contiene algo de interés el intentar lavar la imagen a ese perfil tan castigado por nuestra intransigente sociedad. Se da por hecho que las inquietudes de alguien pesimista consisten en quejarse de su posición a la vez que se niega a correr el riesgo de intentar mejorarla por miedo al fracaso. Sería una actitud muy hipócrita por mi parte insistir en que es falso ese perfil, pero no es menos cierto que el pesimismo también puede desembocar en una posición totalmente opuesta. Una persona que valora su status actual como mediocre y que enfoca todos sus esfuerzos e ideas en cambiarlo. Un individuo triste porque no quiere seguir como está. La diferencia fundamental entre ambos personajes reside en la utilización de su pesimismo. Uno ve la negatividad del proyecto, el otro la de la estabilidad. Uno es conformista, el otro todo lo contrario. Eso es lo que hace que se derrumbe esa acusación de cobarde a los pesimistas y además priva de la condición de indiscutiblemente admirables a los positivistas.