sábado, 7 de abril de 2007

RELATIVO

Hace poco tiempo oí hablar de Enrico Fermi, un físico italiano nacido a principios de siglo que entre sus ocupaciones comunes dedicaba su esfuerzo a razonar aspectos tratados no con demasiada profundidad anteriormente en su época. Algo que me llamó la atención en especial fue la conocida como "Paradoja Fermi" en la que haciendo referencia a la posible existencia de otras civilizaciones en el universo plantea la pregunta directa: "¿Dónde están?". ¿Es tan magno el universo en su longitud como para que no hayamos logrado encontrar esas civilizaciones o ni siquiera ellos nos hayan encontrado a nosotros? Puede que estén tan lejos que sea imposible físicamente contactar jamás. O puede que estén tan cerca que nunca nos encontremos. Algo que se me ocurre aunque tenga tintes de absurdo es la barrera de lo relativo. Que alguna fracción ínfima de un único átomo situado entre nosotros, donde menos imaginamos, quizás contenga entes cuyo formato no llegamos a preveer. Entes a lo mejor más avanzados tecnológicamente, o menos; con cultura propia, con valores éticos semejantes o diametralmente opuestos a los nuestros y que tampoco tienen constancia de que estamos aquí, tan aislados como nosotros mismos. También puede ser nuestra galaxia una gota contenida en lo que es un océano para otros seres. Podemos ser tan pequeños que nadie imagina que estamos aquí y situados en el peor lugar posible. Demasiado cerca. ¿A quién se le ocurre que en un pedacito de nuestras uñas existieran ciudades enteras? Es un concepto tan inesperado y ridículo que nunca nos pararemos a comprobarlo. ¿En qué cabeza cabe que nuestro universo estuviera contenido en un cabello de algún ser de tamaño titánico? Preguntaba Fermi: "¿Dónde están?", me pregunto yo: "¿Dónde estamos nosotros?".