lunes, 19 de septiembre de 2005

BENDITAS METEDURAS DE PATA

Todos sabemos que las imprudencias tienen la manía de terminar en desgracia, pero que de la misma forma esas desgracias suelen generar prudencia. Basándonos en ese suceso nos vemos en una posición válida para afirmar que la imprudencia es la madre de la prudencia. Raro, pero coherente. Visto así no es un acto tan inhumano el dejar que los incautos violen las normas diseñadas en nuestra sociedad para ser felices, las normas de los que todos se ríen, pero que todos respetan a escondidas. Quizás sea necesario por su propio bien que conozcan el sabor de las baldosas, para que así puedan acceder a la mayor presteza a esa capacidad. Porque aunque quien se encargó de recopilar esas apócrifas leyes no cuente con demasiada fama, tal vez la merezca: Si desobedeces, duele. Para bien o para mal estamos rodeados de locos que se dedican a a no respetar esas normas, a ser imprudentes. Seguramente cada uno de nosotros hemos participado en ese frente. Nadie sabe si ha alcanzado ya a un status válido o tiene pendiente todavía algún viajecito al reino de los escarmientos. No todos somos iguales y cada uno necesita una dósis diferente de experiencias para desarrollar el sentido del peligro y la prudencia. Con una gran resistencia a los golpes será necesario más tiempo para aprender, no obstante te regalará un mayor número de momentos alocados. Hay a quien le fascinan, hay a quien le horrorizan. Es algo que está al alcance de todos y contra lo que todos tropiezan al menos una vez en la vida. He oído en muchas ocasiones que "La experiencia es la madre de la ciencia". Por eso deberiamos entender cada fracaso como una nueva clase práctica que la universidad de la vida nos regala, no hay por qué hundirse. Ya sabemos que las cosas se aprenden paso a paso y golpe a golpe. Andamos escasos de superhéroes y nadie nace con el conocimiento. Aunque la Biblia no haga referencia a ello, pienso que Dios hizo a Noé fabricar muchas sillas antes de hablarle sobre la construcción del arca.

martes, 6 de septiembre de 2005

Lo amargo del vacío

Todo terminó mal.
Entre los que no vinieron
Y los que se llevó la muerte,
Pronto me encontré solo.

Todo va a salir mal.
No hay nada si descontamos
Lo que me robaste
Y lo que me queda roto.