martes, 21 de junio de 2005
GRACIAS POR LA MUERTE
Es una pena cuando las cosas se terminan, especialmente cuando ha pasado el tiempo y te paras a mirar hacia atrás y recuerdas lo que perdiste y lo que te gustaría haber podido conservarlo para siempre. Lo ideal sería que nada se acabe nunca, no quieres beber del vaso del adiós y la ausencia. Pero no puede ser, son necesarias las despedidas y los funerales, se puede tardar en comprender pero una vez vivida la explicación uno lo acepta sin discusiones. Yo lo veo así: Algo o Alguien nos ha puesto ese límite de que las cosas se rompan, se acaben o se mueran y a pesar de la amenaza no cuidamos nunca nada. Sé que suena un poco crudo, pero es real. He sido culpable de dejar de cuidar cosas tremendamente sensibles que me necesitaban hasta que se fueron para echarlas amargamente de menos y por otro lado he sufrido como me dejaron de cuidar quienes necesitaba y cuando necesitaba que lo hicieran. Las cosas no se rompen, las cosas las rompemos nosotros solos aunque en cierto modo pasivo. Miro el planeta, las familias, a veces hasta me miro a mí mismo y en lo que he derivado a raíz de como "yo" me trato "a mí". Incluso con el miedo a la pérdida de lo que nos ha regalado la vida somos unos monstruos. ¿Cómo sería un mundo sin muertes? ¿Cómo sería todo si nos preocuparamos menos por lo que nos rodea?
sábado, 4 de junio de 2005
DERECHO AL VERDADERO SUFRIMIENTO
Estamos un poco a la merced del resto de la humanidad, incluso a cualquier aparentemente inocente o mínima decisión de alguien del que no hayamos oído jamás en el otro extremo del mundo y del tiempo. Las acciones y las historias de las personas que formamos el universo están entrelazadas haciendo unas de contrapeso justo y medido para que otras puedan desarrollarse. Creo que algunos lo conocen como efecto mariposa. La tremenda pérdida que algunos puedan estar sufriendo se convierte al mirar la historia desde otra perspectiva en una majestuosa maravilla que soluciona a algún desconocido su malestar. Es lo grandioso del diseño de nuestro mundo, que, a modo de retorcida lotería, aunque a veces resulte complicado, en cada ocasión existe un afortunado. No todo son penas, como hemos llegado a pensar, sólo se trata de intentar estar en la cancha el tiempo suficiente en el que la casualidad nos sonría. Es producto de fe y ganas el encajar cuando todo va mal que lo mismo que te está haciendo llorar consiste en la esperanza casi inalcanzable que ha aterrizado sobre un casi insalvable desesperado. Me llama la atención cómo Ismael Serrano siempre lamenta los aviones bombardeando Madrid que cambiaron España, pero no son pocos los que celebran aún hoy que destruyeran sin piedad. ¿Quién llevará la razón? La razón es una palabra inventada para discutir. ¿Quién puede tener derecho a quejarse o alegrarse? Que todas las personas puedan disfrutar al menos una vez del dolor y del placer para que puedan juzgar justamente mirando no sólo su privada posición sino analizando también todas las que alcance.
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